Cápsula para todos nosotros

Si estás leyendo esto, quiero que recuerdes algo muy sencillo: la vida es breve, fugaz y, muchas veces, impredecible. No importa en qué momento estés ni los obstáculos que enfrentes, venimos de paso y no vale la pena quedarnos atrapados en el miedo, en la culpa o en lo que otros esperan de nosotros. Cada día es una oportunidad para ser un poco más valiente, para intentar, para caer y levantarnos de nuevo, y sobre todo, para ser felices en las pequeñas cosas que muchas veces pasamos por alto.

A veces olvidamos que el mundo no nos debe nada, pero nosotros nos debemos a nosotros mismos. Nos debemos la alegría, la curiosidad, el tiempo para explorar quiénes somos y qué nos hace vibrar. Nos debemos la libertad de equivocarnos, de cambiar de camino y de perseguir sueños aunque parezcan imposibles. La felicidad no es un destino; es un viaje que se construye paso a paso, en decisiones pequeñas y en momentos simples: un abrazo sincero, una sonrisa inesperada, un paseo sin rumbo, un libro que nos haga sentir vivos.

Quiero que recuerdes que no estás solo en tus dudas ni en tus miedos. Todos luchamos contra la incertidumbre, contra los días grises, contra la sensación de no ser suficientes. Pero también todos tenemos la capacidad de levantarnos, de reinventarnos y de encontrar luz incluso en los lugares más oscuros. Cree en ti, aunque nadie más lo haga. Haz las cosas que amas, aunque parezcan insignificantes. Lucha por tus sueños, aunque sean gigantes, y no te rindas solo porque el camino sea duro.

Cuando leas esto dentro de años, o cuando alguien más lo lea, quiero que quede claro: la vida es tuya, y nadie puede vivirla por ti. Aprovecha cada instante, sé amable contigo mismo y con los demás, y nunca olvides que, aunque el tiempo pase rápido, siempre hay espacio para empezar de nuevo. La magia está en seguir adelante, en apostar por ti, y en no dejar que las circunstancias te roben la esperanza ni las ganas de vivir plenamente.