Para cuando me sienta perdida

Hoy siento que todo se desmorona un poco, como si la vida que imaginé se hubiera ido por otro camino sin avisarme. Me levanté esta mañana con la sensación de que nada tiene sentido y, sin embargo, aquí estoy, escribiéndote a ti, mi yo del futuro, para recordarme que está bien sentirse perdida de vez en cuando. No siempre tenemos que tener todas las respuestas ni cumplir con los planes que nos trazamos.

Recuerdo cuando me mudé a esta ciudad hace un año. Llegué con la ilusión de empezar de cero, de encontrar amistades nuevas, oportunidades diferentes, de sentirme realmente viva. Pero la realidad fue más complicada de lo que esperaba: el trabajo no era lo que soñaba, los amigos que hice no eran tan cercanos como creía y a veces me siento sola en medio de la multitud. Hay días en los que miro por la ventana y me pregunto si todo esto vale la pena, si estoy tomando las decisiones correctas.

A veces pienso en lo que habría pasado si hubiera hecho las cosas de otra manera: si me hubiera quedado en mi ciudad natal, si hubiera elegido otra carrera, si me hubiera atrevido a decir lo que realmente sentía a esa persona que me gusta desde hace meses. Pero sé que esos “si” no sirven de nada, porque la vida que tengo es la única que puedo vivir. Y aunque hoy duela, estoy aprendiendo que perderse es parte del camino.

Quiero que cuando leas esto, mi yo del futuro, recuerdes que hubo un momento en que me sentí pequeña, insignificante, pero que no me rendí. Que incluso en la confusión y en la incertidumbre, seguí caminando. Que lloré, sí, pero también reí, aunque fuera un poco. Que aprendí a escucharme, a darme tiempo para entender qué quiero realmente, sin dejarme arrastrar por lo que los demás esperan de mí.

Hoy no tengo todas las respuestas, y tal vez nunca las tenga. Pero eso está bien. Lo importante es no dejar de intentar, no dejar de buscar esos pequeños momentos que hacen que la vida valga la pena: una conversación sincera, un café con alguien que te entiende, un paseo sin rumbo por la ciudad, un libro que te hace sentir menos sola.

Prométeme que cuando leas esto, recordarás que perderse no es fracasar, que equivocarse no es rendirse. Que todos esos momentos de duda y miedo son los que construyen quiénes somos. Y que, aunque hoy me sienta perdida, algún día miraré atrás y entenderé que este tiempo fue necesario para crecer, para aprender y, sobre todo, para encontrar mi propio camino.