Recueros de quien fui

Hoy me siento en la plaza del MACBA, con la tabla apoyada en mis pies y el ruido de las ruedas contra el suelo todavía resonando en mis oídos.

No sé cuándo leerás esto, ni en qué punto de tu vida estarás, pero quiero guardar lo que soy ahora para no olvidarlo.

Soy un chaval de 18 años, con zapatillas gastadas, las rodillas llenas de raspones y la cabeza llena de trucos que quiero perfeccionar. A veces me siento invencible cuando clavo un flip limpio, y otras me siento la persona más torpe del mundo cuando me caigo una y otra vez.

Pero eso también es el skate: caerse, levantarse, insistir.

Barcelona es mi escenario. Las tardes en Paral·lel, las escapadas a spots escondidos, las risas con la crew mientras alguien graba con el móvil y sueña con que salga un clip digno de recordar. Aquí aprendí que la ciudad no es solo cemento, sino lienzo.

No sé si en el futuro seguirás patinando, si la vida te llevará a otro camino o si las responsabilidades te harán guardar la tabla en un rincón. Pero quiero que, cuando leas esto, recuerdes la sensación exacta de rodar en bajada, con el viento en la cara y la música en los cascos.

Ese instante en el que el mundo parece más ligero.

Quiero que recuerdes quién eras: alguien libre, apasionado, testarudo, con más sueños que certezas, y con la tabla como extensión del cuerpo.

No olvides que aquí empezó todo: en las calles de Barcelona, con un ollie torcido que poco a poco se convirtió en tu forma de volar.